jueves, 1 de mayo de 2014

Pensamientos durante un atardecer, crepusculo y noche- L.W. Pancotto



Lo que baja no sube
hasta que amanece la posterioridad
se esconde, oprimido por sueños
el  Sol;
Y la noche, comprensiva
adopta su predominante forma, creando cierto sopor,
pero a su vez una extraña inquietud
amuebla nuestro interior.


Comprensiva porque, a pesar de que mira,
Con sus ojos disfrazados de estrellas,
Y escucha con su profundidad inalterable
Y su falta de luz, su cautivante infinidad
Atravesada por el territorio;
Y a pesar de ser testigo,
A pesar de que la Luna,
Curiosa, irresuelta, desenvuelta,
Observa sin secretos, entra por mi ventana,
No reprocha ni se burla
De esta irracional entrega.



Irracional porque no se explica,
No tiene porque hacerlo;
Aquello se vive, se transmite
Se respira;
Pero el entendimiento jamás invade
Nuestra limitada conciencia,
Nuestra capacidad de abstraernos
En un sentido ilógico.


Y me mira, nos observa, callada
En su vacilante quietud
Y me doy cuenta
Cómo va consumiendo la luz
Para combustionar en oscuridad
Una oscuridad lenta, pero nerviosa
Desconocida, pero pura, perfecta;
Y en esa combustión, sin contaminar
Envuelve el aire, fresco, pesado en tinieblas;
Lo envuelve en el aroma
De misterios irresolutos
De desencuentros olvidados
De lágrimas mudas
De alegrías interrumpidas
De falacias, denominadas esperanzas
De sueños reales, fantasías concretas
Amores temporales, mareas en la vida.

Qué rápido que oscurece
Qué apuro tiene la negrura
En regar al mundo, fertilizarlo
Como el rocío;
Será como la marea,
Indispuesta hasta que la Luna,
Con su gravedad, su seducción
La llama, la atrae
La libera.

Y serán las estrellas
Simples residuos inevitables
De lo que una vez fue la luz, el Sol;
Eso que, en el fondo era un dictador
Obligando con sus rayos
A ver.


Cómo encandila aquel
¿Por molestar, o por frustración?
Se dice que es por prepotencia, porque sabe
Sabe que lo reducirán a nada
Lo obligarán, como a un niño
A dormir de noche, hasta que amanezca.



Y en insomnios nublados
Te siento, te escucho
No te veo, pero qué más da;
Tu presencia, ese aroma
Eriza mi ceguera
Agudiza mi conciencia
Tu calor me busca
Me habla por mi nombre
Me aturde, me confunde
Pero me encuentra.
Y se da, cuando yo me despojo
De todo conocimiento, de todo interés,
Cuando la racionalidad se plasma y desaparece
En los deseos del otro.

Y la Luna nos mira
Y ríe;
No se burla, ni son carcajadas
Sus sonidos absurdos
Tan solo se percata
De la eterna y soluble situación
Mientras su soledad es irónica
Ante los ojos del Sol.